El Oficio de Tejero
Algo de historia
Un oficio que llegó a Península Ibérica a través de los romanos. Estos trajeron las tégolas sustituyendo a la paja de la época castrexa. Las tégolas hacían de canal y llevaban una teja curva llamada índice que las unía.
Con la llegada de los árabes en el 711, se elimina la tégola y se comienza con el uso de la teja curva de canal curbierta de tipo gallego. Esto se debe principalmente a dos motivos:
- Desaloja mucha más agua que las tégolas
- El armazón de los tejados hechos por carpinteros quedaban mejor protegidos con las tejas porque se le daba más traspase y con la tégola no se podía.
Desde esa época se montaba una tejera en todos los sitios de Galicia donde hubiera agua, barro y leña excepto en el sur de Lugo, que por el clima se usó la pizarra.
A raíz del uso de la teja nace una inmigración que apareció sobre todo en dos parroquias: la de O Rosal y la de A Guarda. Este fenómeno se produjo por la demanda que había en las costas, ya que el nacimiento de los astilleiros y de las fábricas de conservas la finales del siglo XVIII hizo que creciera la demanda del material y los paisanos de allí tuvieron que ir a buscar tejeros.
En el siglo XX, entre los años 1967 e 1968 dejaron de hacerse tejas a mano. Comenzaron a mecanizarse.
En este oficio había amos y criados. Los primeros cortaban la arcilla y le daban la forma. El criado o aprendiz acarreaba las piezas para dejarlas secar al sol para luego meterlas en un horno a cocer. Iban contratados por cinco meses, de mayo a septiembre. Sin sábanas ni almohadas, dormían en las cuadras juntos, compartiendo lugar con los caballos, en los tableros de las patatas en sacos llenos de paja de centeno que le pedían a los vecinos.
Las Herramientas
Después de extraer la arcilla, el piero (oficio vinculado al tejero) con un caballo la pisaba para que tuviera una textura idónea. El carretilleiro sería el encargado de llevarla al interior de la Cabaquera.
El tejero contaba para hacer su labor con un banco o potro y con las formas de madera de las distintas piezas que hacía ya que también elaboraba ladrillos. Las manos del tejero eran indispensables a la hora de ponerse a hacer el trabajo.