El Oficio de Cestero
Algo de historia
Una de las profesiones más antiguas de la humanidad. En otra época era imprescindible para almacenar, recoger y transportar los productos que el campo producía.
El carácter manual de este oficio sigue vigente. Es una de las actividades que aún hoy no ha sido mecanizada.
En la actualidad, los materiales empleados para realizarse se han ampliado: plástico o aleaciones metálicas son la alternativa a los tradicionales de origen vegetal tales como: maderas, mimbres, juncos, zarzas o papiros.
El trenzado gallego de piezas tradicionales se realizó fundamentalmente con tiras anchas de distintas maderas pero, sin duda, el más utilizado era el castaño. Se usaba ampliamente en la confección de los cestos para las patatas y para la vendimia.
En cada aldea había por lo menos un cestero e incluso había aldeas enteras en las que la mayoría de los habitantes se dedicaban a este oficio. Confeccionaban y vendían en las ferias estos utensilios tan precisos antes de la aparición de los plásticos.Sin Embargo, el cestero no era un vendedor de ferias. Su oficio y principal sustento se realizaba en los domicilios que lo solicitaban para la reparación de cestos rotos o para la fabricación de nuevos, por lo que un cestero siempre viajaba acompañado de su caja de herramientas.
Por extensión el siguiente ejemplo se le podría aplicar a el resto de la geografía gallega:
Cuenta Salvador Somoza de la casa Xacobe de 90 años, natural de una aldea llamada Piño, que recuerda por lo menos a un cestero venir a su casa a trabajar. Aún cuenta con el burro que usaban para crear las tiras de madera con las que luego tejerían los cestos.
Salvador si dio nombres. Baldomero y Luís en Forgas ( A Pobra do Brollón), no se acordó del nombre de otro que vivía en Chorente (Bóveda). Otro cestero que recuerda es Luís el Portugués que vivía en Freituxe (Bóveda). Estaba casado con una mujer de la casa de los Millán de Canedo. Salvador no tiene conciencia de recordar a ningún cestero en Canedo. Aunque hay escritos que recogen la tradición cestera de este pueblo no se recuerda a ninguno en los últimos setenta y cinco años. Me dijo que la última vez que recuerda venir a Luís fue antes de morir Franco.
Pregunté a Marisa de la casa Sono de 75 años, también de Piño, y me dijo que recordaba venir a su casa a un cestero pero que hacía tanto tiempo que no sabe cuando fue. Me dice que el cestero que recuerda ella era de Fornelas (A Pobra do Brollón).
Cómo evoluciona
Es frecuente ver en nuestras aldeas semidespobladas casas derrumbándose con los cestos de nuestros predecesores apolillados por el paso de los años. Hay gente que ha restaurado algunos convirtiéndolos en cajas para los juguetes de sus hijos, para la ropa o simplemente para decoración.
Ha habido durante estos últimos años un resurgimiento y puesta en valor de este arte ancestral por diferentes motivos: la contaminación de los nuevos embalajes industriales, la implicación de personas que no quieren dejar morir sus tradiciones y aquellas habilidades aprendidas generacionalmente a lo largo de miles de años.
En el rural gallego en la última década se han realizado cursos de cestería en los diferentes ayuntamientos para no dejar de transmitir este antiguo oficio del que antes se conseguía vivir.
Hoy por hoy resurge y empiezan a consolidarse nuevos negocios en este sector.
Quiero mencionar también la importancia de cestería de la etnia gitana en Galicia, delimitando geográficamente porque desconozco como ha sido en el resto del territorio que ellos habitan por toda Europa e India.
Aquí era era muy habitual que viniesen por las aldeas a pedir alimentos, patatas, gallinas viejas, tocinos y a cambio daban unas cestas típicas de su confección. Hoy en día se puede ver alguna de estas piezas a vender en algunas de las ferias de mes aún habituales en todos los ayuntamientos gallegos.